El cangrejo azul (Callinectes sapidus), como sabemos, es una especie invasora que a diferencia de otras especies alóctonas es un animal devastador con un gran potencial destructivo (sobre todo para el ser humano -ojo con sus pinzas!!!-). No en vano está considerada como una de las 100 especies invasoras más dañinas en el Mediterráneo. Es como un tanque, rudo y resistente y a su vez demoledor y voraz. Es capaz de devorar cualquier cosa, desde un caballito de mar o restos de un cadáver, hasta triturar un berberecho u otros bivalvos, cangrejos, anguilas, gobios, y un largo etc. Y a este se le une su capacidad de nadar (y demasiado bien) y de enterrarse en el lecho arenoso en un abrir y cerrar de ojos. En resumen, un arma letal.
La tonalidad azul de este animal se deriva de una serie de pigmentos en el caparazón, incluyendo la alfa-crustacianina, que interactúa con un pigmento rojo, la astaxantina, para formar una coloración azul verdosa. Cuando se cocina el cangrejo, la alfa-crustacianina se destruye, dejando sólo la astaxantina, que cambia su color a un rojo anaranjado.



Texto y fotos: Javier Murcia